“Si no estáis prevenidos
ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”.
Malcom X
Para Wittgenstein, la totalidad de hechos posibles y
expresables mediante el conjunto de proposiciones con sentido, tanto las
verdaderas como las falsas es la definición de realidad.
Esto es, vivimos en un contexto observable o no, donde lo
verdadero y lo falso forman parte de lo que “existe”, de la “realidad”, y esto
es posible en tanto se pueden expresar con sentido.
Dijo Marvin Harris “Somos la
especie más peligrosa del mundo no porque tengamos los dientes más grandes, las
garras más afiladas, los aguijones más venenosos o la piel más gruesa, sino
porque sabemos cómo proveernos de instrumentos y armas mortíferas que cumplen las
funciones de dientes, garras, aguijones y piel con más eficacia que cualquier
simple mecanismo anatómico.”.
Lo que nos hace poderosos es la tecnología. Gracias a
ella hemos construido todo aquello que nos ha permitido transformar la
naturaleza y conseguir nuestros anhelos, nuestros deseos, cubrir nuestras
necesidades. Hemos adaptado el entorno para que nos sea favorable, construyendo
una realidad en la que vivir. Así fue en los comienzos de nuestra especie,
desde los cuales el progreso ha sido una bola de nieve que ha ido arrastrando
nuevos conocimientos hacia un futuro siempre modificable, ampliable, mejorable
en algún sentido. Pero esa construcción de la realidad no solo ha sido algo
“físico”, algo palpable y observable. Otras connotaciones incardinadas en ramas
menos corpóreas de nuestro árbol vital, más relacionadas con la creación de
conceptos abstractos verdaderos o falsos, como decía Wittgenstein, pero expresables con sentido, han ido siempre asociadas a ese caminar en busca
de los límites del hombre y su capacidad de creación.
La mejora de las condiciones de vida de la humanidad,
abrió las puertas a la posibilidad de nuevas organizaciones sociales, pasando
de las primeras bandas representativas de los sistemas no centralizados, a los
estados prístinos y sus “descendientes” hasta el día de hoy. Estas formas de
gobierno, más o menos organizadas, más o menos permanentes, más o menos
homogéneas, han manejado el poder sobre esas primeras tecnologías, sobre las
creaciones humanas, sobre los conceptos expresados y definidos para mantener su
existencia.
Pero además, en el seno de
estas organizaciones que controlaban la producción de bienes consumibles,
territorios, creencias, pensamientos, alianzas o sucesiones de poder, nace
además otro concepto necesario para que esta evolución social se produzca y se
controle. La legitimación del poder.
Un gobierno se legitima de
diversas formas para mantenerse, poner en práctica sus políticas y dirigir una
sociedad concreta y esto ha ocurrido desde que hubiera un atisbo de
organización política en un grupo humano con mayor o menor complejidad. Desde
la fuerza bruta, a la sucesión democrática a través del sufragio periódico,
pasando por el control de fuerzas mágicas, control religioso, sucesión
hereditaria etc. En el caso de nuestras sociedades occidentales
democráticas, es a través del sufragio universal como se legitima el poder de
un determinado grupo político, que pondrá en prácticas sobre el territorio en
cuestión, las políticas que defiende y hace públicas en un proceso electoral
donde las expone a la población.
Definía
el poder el antropólogo Ronald Cohen como “una capacidad para influir en el comportamiento
ajeno y/o para influir en el control de las acciones importantes” es decir, que tiene la
capacidad de conducir a una determinada sociedad en una dirección concreta, al
menos mientras ostente dicho poder. Por lo tanto, se hace vital para estos
colectivos políticos[1],
poner en práctica sutiles y no tan sutiles formas de mantener el poder, para seguir ordenando el futuro de la sociedad
a la que se supone representa. Volviendo atrás, si el hombre modificó la
naturaleza en base a sus intereses para crear un mundo más adecuado a sus
características para vivir, en el caso de la política, de los gobiernos desde
que una vez se constituyera un grupo humano con cierta organización jerárquica
por el que regirse, no ha sido menos.
Los
gobiernos también construyen una realidad acorde a sus intereses. En unos casos
coincide con el resto de la población a la que representa y los cambios y
orientaciones son consentidas y conocidas por la población. Se implantan
políticas de reciclaje, de comportamiento en base a un código jurídico,
políticas de salud pública en contra del consumo de determinadas sustancias
nocivas para el organismo o potenciación de la utilización de determinadas energías
entre otras muchas medidas. Una ingeniería social que no tiene por qué, en muchos
casos, tener connotaciones negativas. Pero en otras ocasiones la transformación
del comportamiento de la población se hace en base a unas prerrogativas poco
loables, de carácter demasiado elitista o en base a principios no democráticos.
En estos casos, se ha pasado a una ingeniería social al servicio de la
manipulación pública, se ha dejado la función de tratamiento social de los
problemas emergentes e instaurados para ser una herramienta para la
construcción de una sociedad tipo. Un ejemplo de ello, un tanto extremo, que
supone un experimento de ingeniería social agresiva es el Nacional Socialismo
de Hitler, que promocionó un tipo de sociedad a cambio de seguridad y progreso
que no fue rechazada por la mayoría de alemanes, no tanto por las minorías que
fueron objetivo de sus purgas. Esto fue posible gracias a cómo la propaganda nazi vendió el modelo a la
población en un momento específico y crítico
de su historia.
Pero
no hay que irse a tales extremos para mostrar la manipulación, cuando de forma
sutil tenemos ejemplos en sociedades públicamente democráticas, como por
ejemplo la guerra contra Irak promovida por EE.UU y sus aliados. Entonces, ¿cuándo
estamos frente a una manipulación social? Cuando se utilizan técnicas de
influencia social sin que el sujeto de influencia, tenga consciencia crítica
sobre tal acción. No se percibe el ataque.
La
manipulación de la realidad perceptible se nos antoja fácil si se tienen los medios
adecuados, como si dispusiéramos de una goma de borrar cuando miramos un dibujo
hecho a lápiz. Para ello, los gobiernos necesitan una herramienta que desde el
pasado siglo ha tomado una importancia mayúscula, los medios de comunicación.
El control de los medios de comunicación a través de intereses económicos no
visibles, ha servido a los diferentes gobiernos de cualquier color y
característica por todo el globo terráqueo para construir una realidad que
mostrar a los ciudadanos y que defiende sus intereses, posiciones y
expectativas. De nuevo una tecnología, hace posible los anhelos de quien la
controla.
Los medios de comunicación
forman grandes consorcios de empresas cuyo fin es obtener beneficio, como
cualquier otro tipo de empresa del sistema capitalista. La formación de estos
consorcios, necesitan de la aprobación legal por parte del estado, de esta
manera, se forman grandes grupos empresariales que pueden competir a nivel
internacional respaldados por el estado. Por otra parte, estos consorcios,
están formados por varias empresas entre las cuales hay algunas ajenas al mundo
de la información, como es el caso de Lagardére que edita el periódico francés
Le Monde que a su vez tiene consorcio con el grupo Prisa, o la banca italiana
que controla Il Correo de la Sera , asociada a Unidad Editorial, grupo de
medios de comunicación español conformado entre otros por El Mundo, 13tv, Marca,
Telva o Expansión. Cada vez hay más medios de comunicación, pero menos
propietarios y de índole no siempre asociada a la naturaleza de esos medios.
El hecho de que el ciudadano
de a pie no cuente con la posibilidad
de acceder a todas las fuentes de información, hace que acuda habitualmente a
los medios de comunicación para informarse, pero esto no quiere decir que el
derecho a la información esté en manos exclusivas de estos medios. Así podemos
leerlo en el artículo 20 de la constitución española, que engloba varios
derechos entre ellos el de información y expresión.
Si leemos toda la sinopsis, llegamos a la conclusión, como no
podría ser de otra forma, de que los medios de comunicación deben cumplir un
código deontológico para que la información que suministran, sea un aporte a la
salud democrática de un país. Pero la realidad dista de esta reflexión, puesto
que ese código deontológico no está marcado por la ética periodística, sino por
los intereses comerciales de los propietarios de los consorcios a los que
pertenecen esos medios y que tienen la última palabra sobre el futuro
profesional del periodista, que de no atenerse
a las normas particulares de estas empresas informativas, pierden su
puesto de trabajo.
De esta manera construimos malvados y víctimas, lo importante
y lo aleatorio, lo necesario y lo innecesario o lo inexistente, dejando de lado
otra realidad que se silencia y desaparece a nuestros ojos ante su no aparición
en estos medios. Proposiciones verdaderas o falsas pero demostrables.
El derecho de expresión, como derecho de todos los
ciudadanos, debería ser utilizado por todos los ciudadanos de la manera que más
se adecue a sus circunstancias. Y es aquí donde entran en escena las redes
sociales. Si bien hasta hace poco, antes de la existencia de las redes sociales
como Twitter (2006), Facebook (2004), Orkut (2004), Qzone ( 2005), Odnoklassniki (2011),Linkedin
(2006), Badoo (2006) entre otras, era más difícil hacer uso de este derecho de
expresión, con el boom de las redes sociales, esa barrera de acceso al resto
del mundo se ha pulverizado. ¿Pero es realmente así?
Escojamos Twitter por ejemplo. En esta red social, podemos
encontrar desde opiniones e informaciones que no encontramos en medios de
comunicación habituales y que pueden sernos de una gran utilidad al mostrarnos
otros aspectos de los sucesos sociales que nos rodean, como comentarios e
informaciones falsas, despectivas o de una agresividad desmesurada. Sin
embargo, salvo en determinadas ocasiones se ha puesto el debate sobre la necesidad
de una regulación al respecto sobre la libertad de expresión en la red. Hemos
de decir, que Twitter se adapta a la legislación presente en cada país y por lo
tanto, todos los comentarios o informaciones claramente dañinas, vejatorias, falsas deberían tener el mismo
tratamiento. No siendo así, podemos pensar que esta red social, como otras,
tienen los límites que se les permite tener, que sutilmente se alaba una
actividad y se condena otra y que cuando la función de comunicación limitada,
controlada y establecida por ley, suponen un ataque a los intereses, acciones o
funciones gubernamentales, es cuando se cuestionan los límites que se les debe
conceder.
Conclusión.
Retomando la idea del principio de realidad y después de
leer todo lo que he expuesto en este artículo, quizá nuestra idea de la
realidad haya cambiado un poco.
Una sociedad es construida por las personas que la integran,
pero es controlada por un determinado grupo que no siempre utiliza las herramientas
adecuadas para fines comúnmente beneficiosos. La manipulación social aparece
cuando es necesario el establecimiento de determinados comportamientos
sociales, en base a un mantenimiento del poder la mayoría de las ocasiones y
que aparece a lo largo de la historia de las sociedades humanas. En la
actualidad, la propaganda que facilita esta manipulación social, se ejerce a
través de los medios de comunicación que
son controlados mediante conexiones económicas por los propios gobiernos
de toda condición y color, dejando una ilusión de libertad en algunos medios
como las redes sociales que en realidad, son controladas también. La realidad
que contempla una determinada sociedad es fruto del modelado de quienes
ostentan la capacidad de mostrarla de una determinada manera. Solo es necesario
exponerlo de forma lógica para que lo asimilemos sin reparos.
Quizá sea necesaria una mayor conciencia social crítica para
que la sociedad que tenemos, sea la que realmente queremos y no la que nos
construyen con la idea de que es la que verdaderamente
deseamos.
Webgrafía
Diccionario de Filosofía .
Entrevista a Jan
Malinowski, jefe de la Sociedad de la Información del Consejo de Europa.
Sinopsis del artículo 20 de la Constitución
española.
Las 29 redes sociales más grandes del mundo.
La libertad de expresión y las imposturas,
Ricardo Galli.
La manipulación social, la nueva esclavitud
del hombre, José María Vigil.
Vídeos
Cuarto
Poder: los medios en la sociedad de la información.
Documental
de La manipulación mediática en España y la represión televisiva.
Bibliografía
LEWELLEN, Ted C. Introducción
a la Antropología Política. Ediciones Belleterra, Barcelona 1994.
HARRIS, Marvin. Vacas, cerdos,
guerras y brujas. Alianza Editorial, Madrid 1980.
ORWELL, George. 1984. Salvat
Editores 1980. Edición electrónica de Utopía
R6 08/01.
Imágenes
Internet
[1]
Entiéndase no solo referido a partidos políticos, cabezas visibles y actores
principales en el juego de la política, sino a todo grupo social con intereses
políticos y capacidad de ejercer presión para defenderlos como multinacionales,
corporaciones y entidades financieras, instituciones religiosas, organizaciones
económicas supranacionales etc. Que están interrelacionados entre sí a través
de múltiples conexiones de toda índole entre las que destacan las económicas.