martes, 22 de octubre de 2013

Samhain, el antepasado de la fiesta de Halloween.

¿Qué tiene que ver Halloween con nosotros?

La fiesta de Halloween que se celebra la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, es una fiesta anglosajona donde los niños salen a la calle a pedir golosinas disfrazados de personajes pertenecientes al imaginario terrorífico común. Se visitan casas encantadas, se relatan historias de terror. Una noche en definitiva, donde los muertos tienen una puerta abierta al mundo de los vivos. ¿Tenemos en España algo que ver con todo ésto, o lo nuestro es solo el Don Juan Tenorio de Tirso de Molina? Vamos a averiguarlo.




La noche del 31 de octubre se celebra la festividad de Halloween, extendida en el mundo anglosajón principalmente. Gran Bretaña Irlanda y posteriormente Canadá y Estados Unidos, a los que llegó de la mano de la migración irlandesa provocada por la gran hambruna sufrida entre 1845 y 1849. Esta festividad deriva del nombre de All Hallows' Eve, víspera de todos los santos, festividad cristiana que vino a suplantar a otra festividad mucho más antigua de origen celta.



La festividad del Samhain se da en una época del año en la que los antiguos celtas regresaban a los poblados desde los pastos verdes veraniegos. En esta fiesta, se sacrificaban ejemplares del ganado a modo de ofrenda a los espíritus de la Tierra, para garantizarse su protección y a modo de retribución para el crecimiento de los cultivos del siguiente ciclo. Pero como ocurre en otras culturas y pueblos, en estos ritos suele existir otro motivo utilitarista y en este caso, con los sacrificios también se equilibraba el exceso de ganado. De igual forma funciona la danza de la lluvia de los Hopi, que además de "atraer la lluvia", fortalecía los lazos de la comunidad al favorecer la reunión o el intercambio según nos contaba Merton, o los sacrificios masivos de cerdos entre los Maring Tsembaga que narraba Rappaport, y que equilibraba el ecosistema.

El sacrificio debía hacerse cuando toda la cosecha ya estaba recogida, pues los frutos que no se hubieran recogido para esa época ya no pertenece a los humanos, sino a la Cailleach, el hada vieja. La fiesta no solo equilibraba por tanto el número de reses que se podían mantener de manera adecuada durante el invierno, también servía para marcar un ciclo en el calendario celta. Tras la fiesta, ya no se hacen labores en el campo y se da paso a otras actividades. Hasta el Imbolc no se podía renovar el acuerdo con la tierra para que proporcionara frutos. La fiesta de Samhain, fiesta de los muertos del ciclo pasado,  comenzaba en la víspera. En las colinas, se encendían hogueras por las que se hacía pasar al ganado con el fin de purificarlos.

Cuando comenzaba el banquete, en algunas tribus se dejaba un hueco en la mesa para los difuntos, demostrando así que el mundo de los vivos y los muertos no tenía una clara y meridiana distinción. En ocasiones, el número de difuntos que querían acudir a la fiesta podía ser muy grande, por lo que se les dejaba en un espacio de las estancias, grandes cantidades de comida que no se podía tocar y que estaban destinadas exclusivamente a los espíritus de los difuntos. Otra costumbre consistía en asignar el título de representantes de la embajada de los muertos entre los más desfavorecidos de la tribu, cenhadon y meírv. Éstos iban de casa en casa reclamando la comida de los muertos, unas tortas preparadas para la ocasión, que después comían en nombre de los difuntos. Una vez más, la costumbre no solo tiene una representación religiosa o mística, además redistribuye los alimentos, y fortalece los lazos de la comunidad.

La cristianización asimiló esta fiesta, transformándola. en la noche de Todos los Santos, All Hallows Eve, la cual se conoce popularmente como Halloween. La asimilación de fiestas paganas por parte de la nueva religión era muy habitual, ya que el erradicar las fiestas de los cultos paganos era casi imposible. La mejor manera de eliminar estos cultos era mantener la festividad dándole un carácter cristiano. Uno de los más claros ejemplos de este hecho es la festividad del 25 de diciembre. Cuando el emperador Constantino permitió el cristianismo en el Imperio romano, se asignó al 25 de diciembre el nacimiento de Cristo, puesto que ese día era popular entre los romanos como la fiesta del Renacimiento del Dios Sol, Natalis Solis Invictis. Pero en realidad, en la biblia no se indica en qué día nació Jesucristo.

Pero siguiendo con la pregunta del principio ¿qué tiene esto que ver con nosotros, más concretamente con Extremadura?


El suroeste es tierra con presencia de pueblos celtas. Posidonio menciona a los keltikoi como las habitantes de la zona comprendida entre el Tajo y el Guadiana. Aún se conservan restos de nuestro pasado celta con castros como el de La Coraja en Aldeacentenera, pero también en los "castrejones" de Berzocana, Alías, Retamosa etc.

No solo nos han dejado restos físicos de los distintos asentamientos, también restos de antiguas costumbres entre las que se encuentra precisamente el Samhain. En la zona de Extremadura se celebraba en la noche del 31 al 1 la muerte del dios Cornudo que renacería en Imbolc.

En muchos pueblos extremeños aún los niños festejan al caer la noche entre octubre y noviembre esta fiesta vaciando una sandía, abriendo ojos y boca tenebrosos, e introduciendo una vela en su interior. Van portándolas por las calles mediante una cuerda que atan a la sandía a modo de asa. 






Quintana de la Serena es un claro ejemplo de esta celebración. Los niños salen en fila a la calle con las sandias a modo de farol y van cantando "la calavera del Konqui, ya se murió" "La calavera del Konqui no tiene pelo ni cola"


Pero es más, también se celebra el Imbolc, con el nombre de Jueves de compadre. Una fiesta móvil que se fija como el carnaval, según la pascua, (según la luna en realidad como hacían los celtas). El Imbolc simbolizaba la lactancia del ganado, la gestación de las ovejas, en definitiva el renacer de la tierra dormida desde Samhain.

En otros pueblos como Medellín se sigue celebrando la Chaquetía. Al son de “Tía María que me des la Chaquetía”, los niños el día 1 de noviembre, van a las casa del pueblo recogiendo frutos secos, granadas, higos secos que después comen en pandilla, recordando a la tradición de los embajadores de los muertos. Esta fiesta de la Chaquetía tiene amplia tradición en la baja Extremadura.






  
Por lo tanto, celebrar la noche del 31 de octubre no nos es tan ajeno. No es necesaria la variante actual del Halloween americano, nuestros antepasados ya nos dejaron su particular cosmovisión del mundo y la naturaleza, de lo vivo y lo muerto, del comienzo y el fin de las cosas, del agradecimiento y el pago por la vida. Es cuestión de hacer nuestro el pasado y revivirlo como creamos que nos es necesario.




Estudios de geoarqueología en Extremadura http://jugimo.blogspot.com.es/2013_05_30_archive.html

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