martes, 15 de octubre de 2013

Viaje a ninguna parte.


Hace aproximadamente unos 40.000 años que el Homo Sapiens salió de África en lo que se conoce como segunda oleada, para colonizar Europa. Esta migración obedece a la búsqueda de mejores condiciones de vida y  propició que seamos la especie que ha dominado el planeta, con una evolución extraordinaria en todos los aspectos. Si en esa época la migración desde África a Europa significaba vida, ahora significa muerte.



  


El día 11 de octubre naufragaba una embarcación en el Canal de Sicilia con 250 personas a 70 millas de malta y 60 de Lampedusa. En esta ocasión fueron 200 los rescatados vivos y 12 cadáveres, el resto permanece desaparecido. Datos afortunadamente lejos de la tragedia acontecida en estas mismas aguas el día 3 de octubre, donde murieron 328 personas entre hombres, mujeres y niños. La armada italiana y helicópteros malteses procedieron con rapidez al rescate gracias a la intensificación de la vigilancia de la zona tras el triste episodio que ha sido calificado por muchos de verdadera vergüenza. A este episodio ayudó la ley Bossi-Fini (2002), nombrada así por sus promotores, Umberto Bossi (Liga Norte) y Gianfranco Fini (Alianza Nacional), que considera la entrada irregular como un delito y criminaliza la ayuda a los inmigrantes, en ambos casos con penas de multa. Esta ley denigra la vida humana, fomentan el racismo y castigan la solidaridad.


Durao Barroso, presidente de la comisión europea ha dicho " El problema de Italia tiene que ser percibido como un problema de toda Europa". Enrico Letta pide que se trate el tema en el próximo Consejo de Europa del 24-25 de octubre. El parlamento europeo ha dicho "Ante esta  problemática la U.E. debe seguir una doble estrategia: primero, asegurar la protección temporal de estas personas y segundo, dar pasos para mejorar la situación en sus países de orígenes"


La zona o espacio Schegen es un es un área que suprime las fronteras comunes entre los países integrantes y establecer controles comunes en las fronteras exteriores de esos países. En términos migratorios funciona como un solo país Los integrantes son  22 países de los Veintisiete (quedan fuera Reino Unido, Irlanda, Chipre, Bulgaria y Rumanía) y tres extracomunitarios (Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein
El Acuerdo de Schengen fue firmado en 1985 en la localidad del mismo nombre en Luxemburgo, fronteriza con Francia y Alemania. Cinco países de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) (Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) llegaron a un acuerdo para la supresión de fronteras comunes. El acuerdo tenía dos objetivos: por una parte, eliminar los controles para las personas en las fronteras interiores y definición de las fronteras exteriores comunes y, por otra, un paquete de "medidas compensatorias" para reforzar y aumentar las fronteras exteriores como la cooperación judicial y policial, instauración de derechos de observación y persecución transfronteriza para las fuerzas policiales de los Estados pertenecientes a la zona. Entre estas medidas destacan la cooperación en materia de visados e información a través del Sistema de Información Schengen (SIS). ( El Pais)

El manual de Derecho Europeo relacionado con el asilo, las fronteras y la inmigración, cataloga en 20 categorías a personas de terceros países con derechos diferentes según los vínculos con los Estados miembros de la UE. Por lo que no todos los que entran a estos estados, tienen los mismos derechos políticos sociales y económicos. La migración que los humanos han llevado a cabo desde hace miles de años, ahora se convierte en un régimen discriminatorio que encauza a las personas hacia determinadas actividades económicas con un grado elevado de explotación y desprotección. Este tipo de políticas favorece el tráfico de personas, que buscando eludir las restrictivas medidas de entrada a Europa, ponen en peligro su vida. Y no solo en el mar engrosando la cuenta de los ya conocidos como cementerios marinos. Por ejemplo en la frontera con Marruecos, los que intentan “saltar la valla” y no lo consiguen terminan  en manos de las autoridades marroquís las cuales utilizan métodos violentos de persuasión.
Decía François Crepeau Relator especial de Naciones Unidas sobre los derechos humanos de los inmigrantes
"el incremento de reglas cada vez más complejas y restrictivas sobre las condiciones de entrada, y las cada vez más estrictas políticas de gestión de fronteras (...) se han visto acompañadas por requisitos de entrada a la zona Schengen cada vez más estrictos. Antes de Schengen había requisitos de entrada relativamente flexibles o programas específicos de trabajadores invitados que permitían a migrantes de baja cualificación viajar a los Estados miembros de la Unión Europea en busca de oportunidades, y luego podían ajustar su estatus administrativo en consecuencia. En la actualidad, sin embargo, tales oportunidades son muy limitadas pues el sistema Schengen exige a la mayoría de los migrantes no europeos de baja cualificación, especialmente aquellos provenientes de países del Sur global, la obtención de un visado para poder entrar en la Unión Europea para buscar trabajo. Esto ha creado una realidad en la que los migrantes de países no europeos, y en particular aquellos procedentes de países en desarrollo sin programas de facilitación de visados con la UE, se ven imposibilitados cada vez más para poder entrar en la UE de manera legal con el fin de buscar trabajo en persona."
La solución no solo pasa por fomentar las ayudas para el desarrollo a estos países, también es necesaria una revisión del tratamiento que se hace de los inmigrantes ya en territorio europeo y que son la base en muchas ocasiones de los conflictos de convivencia que explotan de tanto en tanto en las noticias.

 El caso de los eritreos
  
Se da la paradoja de que el Homo Sapiens salió de lo que hoy conocemos como Eritrea, entre otros territorios. Eritrea celebró su independencia tras la cual el gobierno ha tomado medidas extremas contra los que se aventuran en convertirse en sus críticos tanto reales como supuestos. Por esto las cárceles del país se atestan de presos de conciencia y políticos. No se les ha acusado de ningún delito hasta la fecha, ni han tenido juicio alguno pudiendo permanecer en la cárcel hasta casi 20 años. Aislados de sus familiares y abogados,, aún podemos pesar que corren mejor suerte que los miles de desaparecidos que existen, aunque las condiciones que sufren en las prisiones son inhumanas.

No hay prensa libre desde hace 12 años, 25% del PIB se destina a gasto militar mientras 2/3 de la población viven por debajo del umbral de la pobreza. El espíritu que llevó a Eritrea a la independencia después de ser colonia italiana, protectorados británico y provincia de Etiopía, se perdió cuando el líder de los rebeldes Issaías Afewerki,, se erigió como su dictador. Tras la guerra que mantuvo con Etiopía entre 1998 y 2000, dejando 300.000 víctimas y que terminó con mediación de la ONU, Afewerki. se aseguró de mantener el miedo y el odio a Etiopía. De esta manera desviaba la atención del hambre y la pérdida de libertad.

Los eritreos huyen en busca de un país que les acoja puesto que en el suyo solo hay hambre y armas. Es el país más militarizado del mundo. La realidad de los eritreos pasa por una falta de ayudas internacionales que se encuentran bloqueadas, les disparan si intentan abandonar el país y mueren en cárceles en condiciones infrahumanas.

Tras conseguir huir de ese infierno, pagar sumas millonarias por embarcar hacia Europa en busca de seguridad y perspectivas de futuro, ahora deben enfrentarse a las barreras que el mundo occidental les pone.

Amnistía internacional

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