miércoles, 20 de febrero de 2019

De Blaine a la Bestia: la realidad que supera la ficción

Al igual que Blaine el mono, La Bestia mata personas; al igual que el monorraíl estaba de parte de los grises, La Bestia está de parte de todos los que no son inmigrantes; si Blaine tenía sus adivinanzas para acabar con sus pasajeros, La Bestia tiene a las maras, los narcos, trabajadores del ferrocarril, autoridades, cualquier persona  en definitiva que mira para otro lado o actúan de facto y se lucran de la desgracia ajena, para acabar con los suyos. Blaine mantenía a raya a los “Pubis” y La Bestia a los “inmigrantes”. Los inmigrantes, como hizo el Ka-tet, deben luchar contra reloj para salvar su vida llegando a su destino y evitar acabar bajo el martillo como los “Pubis”, completamente abocados a un irremediable y cruel destino.
-¿Conoce los trenes?— preguntó Jake
Hubo un largo silencio. Bill y Till cruzaron una mirada nerviosa. Tía Talitha no dejó de mirar fijamente a Jake. Jake no bajó los ojos.
-Oí hablar de uno— contestó al fin—. Quizás incluso lo vi. Hacia allí. — Señaló en dirección al Send—. Hace mucho, cuando aún era una niña y el mundo no se había movido…, o al menos no tanto como ahora. ¿Acaso te refieres a Blaine, muchacho?
En los ojos de Jake brilló una chispa de sorpresa y reconocimiento.
—¡Sí! ¡Blaine!
Rolando observaba al niño con atención.
—¿Y cómo habrías podido saber de Blaine el Mono? — preguntó Tía Talitha
—¿El Mono? — Jake puso cara de no entender.
—Sí, así lo llamaban ¿Cómo habrías podido saber tú de eso?
Jake miró a Rolando con aire desvalido y se volvió de nuevo había Tía Talitha.
—No sé cómo lo sé.
Cuando leemos la saga de La Torre Oscura de Stephen King y llegamos a la parte del loco monorraíl asesino, se nos eriza la piel de pensar que exista una maquina tan atroz y despiadada. Sin embargo, tenemos en la realidad algo muy semejante que debería robarnos el sueño por muchos años, mucho más de lo que pudiera conseguir Blaine con su escalada de locura y muerte.

¿Quién es Blaine?

Blaine el Mono, es un monorraíl demente que encontramos en los libros de “Las Tierras Baldías” y “Mago y Cristal” (en la edición de 1997 como La Bola de Cristal) de la saga “La Torre Oscura” del afamado S.King. Este monorraíl cruza las Tierras Baldías pero ya no de forma segura puesto que él mismo es el mayor peligro. Roland y su ka-tet viajan a bordo de Blaine pero si quieren llegar vivos a su destino tienen que vencerle en una competición de adivinanzas. Blaine es una máquina que tiene todas las respuestas posibles y será el ingenio de los pasajeros el que puede librarlos de una muerte segura. Al fin y al cabo la idea de Blaine no es la de dejarlos escapar, su misión es acabar con ellos.
Blaine no tiene moral alguna, el tiempo y el abandono lo han vuelto completamente loco y la vida humana, no es más que una diversión para él incapaz de sentir ninguna piedad por ella.

¿Quién es La Bestia?

La Bestia también es un tren aunque en realidad son muchos trenes que siguen una ruta, de alguna manera demente también, que cruza de sur a norte desde Tenosique en Tabasco, o Tapachula en Chiapas, hasta la frontera de Estados Unidos. En realidad  más que un tren, es un símbolo, algo que en antropología conocemos bien. El tren no hace adivinanzas pero pone retos a veces imposibles de lograr para el inmigrante que se aventura en este viaje a llegar a la siguiente parada. Es una red de maldad que no solo actúa en las vías, también en los caminos que conectan estaciones donde una adivinanza en forma de secuestrador, asaltante, asesino o agentes de inmigración puede dejarles a penas con la piel sobre los huesos y sin ninguna dignidad. Igual que Blaine, el único valor que tienen los “pasajeros” de la bestia es la de un mero objeto cuya muerte es el mejor de los fines.
Foto de Jorge Arnaulfo Morales en Flickr

La Bestia como símbolo

Blaine existía en un mundo demente, demasiado viejo y cargado de maldad. Se había llenado de odio y trasladaba en lo que se había convertido, a sus actos contra los humanos. Era un símbolo de la decadencia y de la locura en la que se había sumido el Mundo Medio, el cual había perdido toda esperanza en una Torre lejana ya carente de significado para casi cualquiera. Significaba castigo, crueldad, violencia condensada en un trayecto a ninguna parte puesto que a ninguna pretendía llevar a quien se subía a él.
La Bestia también es un símbolo. El de la corrupción de un país que guarda la frontera para Estados Unidos pero que no corta el flujo mucho antes de que los inmigrantes se suban a él. El de los narcotraficantes, especialmente Los Zetas que se lucran secuestrándolos y pidiendo rescates sin que el recibirlos garantice la vida de los que secuestran. El de los asaltantes que roban todas las pertenencias que lleven con ellos, cuando no los órganos vitales para el tráfico ilegal de órganos. El de autoridades como el Equipo Nacional de Inmigración, la Procudería de Orden Pública, Secretaría de Marina o la de Defensa Nacional, donde funcionarios utilizan su poder para sacar beneficio de la tragedia de los inmigrantes.
Símbolo proviene del latín simbolum, significa una imagen o figura que de palabra o de forma material representa un concepto moral o intelectual. Como todos los símbolos siempre albergan un significado distinto para personas que comparten una misma sociedad. Aunque tengan un significado trascendental, hay un componente emocional que lo moldea no solo a nivel individual, sino como colectivo subyacente a l colectivo total,  una o unas  partes del todo. Conviven con diferentes profundizaciones manteniendo su utilidad, advirtiendo, aunando o separando, mostrando los comportamientos a seguir o los evitables.
Si hay un atributo por excelencia del símbolo es la ambigüedad y su amplia referencia. La Bestia bien puede representar el futuro, pero también la muerte. Un objeto que recoge el significado de las sensaciones más temibles y a la vez de aquellas que sentimos cuando obtenemos un beneficio. Su significado es emocional además de intelectual o práctica. Tal es el grado de significado que infiere el objeto al transformarse en símbolo, que puede ser percibido como un ente con vida y en este caso, un tren que es una máquina, es visto como un ser  al que se le aporta un nombre con connotaciones de vida propia. Ha penetrado en la vida humana y su poder se acrecienta con su significado negativo y cruel que alimenta un bagaje de ya varias décadas de ignominia, muerte, crueldad.

La muerte

Migrar es vida. De no haber migrado, la vida humana no se habría abierto paso para buscar mejores condiciones. Si miramos las grandes migraciones que llevaron al ser humano a conquistar los territorios del mundo, vemos a sus participante como grandes héroes a los que les debemos que estemos aquí y ahora. Salimos de África, llegamos a América, a Australia y lo aprendemos en los colegios como las grandes proezas de la humanidad que carentes de ventajas biológicas, se valió de la tecnología para alcanzar sus objetivos. Decía Harris (1974) en Vacas, cerdos, guerras y brujas
Somos la especie más peligrosa del mundo no porque tengamos los dientes más grandes, las garras más afiladas, los aguijones más venenosos o la piel más gruesa, sino porque sabemos cómo proveernos de instrumentos y armas mortíferas que cumplen las funciones de dientes, garras, aguijones y piel con más eficacia que cualquier simple mecanismo anatómico.”(p.48)
Esto nos ayudó a expandirnos, pero también a destruirnos a nosotros mismos. La muerte es un hecho sociocultural. La sociedad como decía A. Comte está constituida por más muertos que vivos. La muerte refleja en el plano de la conciencia tanto individual como social, un conjunto de representaciones (símbolos, creencias, valores) que se traducen en comportamientos tanto a nivel colectivo como individual. Necesitamos los rituales de la muerte para pasar página. La muerte es quizá el rito de paso por excelencia. Un rito de separación que en el caso de las desapariciones queda interrumpido en partes. Se altera el periodo de margen en el que se vela al cuerpo y no se permite el luto como tal al no tener verdadera constancia del proceso. El duelo queda en un stanby en la mayoría de ocasiones de forma permanente y no es posible establecer y mantener la nueva relación con los difuntos al carecer de certeza del fallecimiento. La necesidad de las honras funerarias se aplaza de forma casi indefinida o se confeccionan ante la falta de pruebas vitales que mantengan al individuo en este plano vital. Dadas las creencias religiosas de los allegados, estos se mantienen en un limbo ceremonial que no les permite pasar página de manera adecuada y les llena de remordimientos ante la pérdida de esperanza. ¿Cómo entrarán al mundo de los muertos aquellos a los que no encontramos? ¿Realmente están allí o siguen muertos en vida presas de las maras? ¿Sus cuerpos están intactos o les faltan órganos? ¿Descansan en tierra santificada?
La muerte está presente en La Bestia. Puede llegar de varias formas. Por un accidente al intentar subir al tren o bajar o como consecuencia de encontrarte con asaltantes y secuestradores. Se asume este riesgo cuando se emprende el viaje, pero también se asume que la muerte no llevará el ritual que habitualmente se tendría si las circunstancias fueran normales al suceso.
Foto Carlos Villalón
El 22 de agosto de 2010 se descubrió una fosa común con 72 personas en San Fernando, Tamualipas. Al año siguiente fueron 193 y podríamos seguir nombrando y enumerando para respaldar el triste título del país de las dosmil fosas. Como podremos imaginar, una mínima parte de los aparecidos en estas fosas han sido identificados. La mayoría de inmigrantes viajan sin documentación, muchos de los que lo hacen la pierden en los asaltos con lo que identificar sus cuerpos, es una tarea titánica- eso cuando se encuentran-.
Ante esta situación los forenses utilizan una Ficha Antemortem. Esta ficha es un instrumento básico de intervención forense que se compone de un conjunto de preguntas sobre el desaparecido para estableces el perfil biológico y social de las víctimas de desaparición forzada a través de la memoria individual. Es una imagen de quién fue la persona desaparecida, construida con el relato de familiares, amigos y conocidos que han tenido contacto con él. Con ella se facilita la identificación del desaparecido y devolverle su identidad. Entraña un componente fundamental a tener en cuenta que es el idioma del hablante y es en el idioma habitual del declarante en lo que se redacta. Con ello se intenta garantizar la mayor exactitud de los testimonios. La dificultad para devolver la identidad a los cuerpos es enorme y mientras se logra, tenemos cientos de personas que no existen  hasta que se logre.
En muchas culturas antiguas como la egipcia, cuando se quería eliminar el recuerdo de un faraón como fue el caso de la reina faraón Hatshetsup de la dinastía XVIII, se borraba toda prueba escrita de que había existido. Así vemos en su tempo en Deir-el-Bahari, paredes con sus jeroglíficos picados para no poder identificar quién se encontraba allí. Si tu nombre no aparece en ninguna parte, nunca exististe. Algo así parece que pasa para los inmigrantes que solo existen en la mente de sus conocidos que sí guardan el recuerdo de su existencia. Pero para las autoridades corruptas o Los Zetas simplemente nunca estuvieron allí, nunca existieron porque su existencia no es importante, ni relevante, ni necesaria.

Los lugares y los contralugares

Blaine dormitaba en una estación de tren. Un no lugar como nos dice Marc Augé, un espacio de anonimato. Un espacio de tránsito, de flujo que domina en las sociedades “sobremodernas” que nos desplaza el lugar antropológico fino y estable, sede de la identidad. En estos no lugares no establecemos relaciones como lo hacemos en otros lugares, simplemente son lugares donde confluimos con otros durante un tiempo escaso. Pero esa estación en Lud donde estaba Blaine la llamaban “La Cuna”, con el tiempo se había abandonado y cuando el ka-tet llegó allí era la guarida de Blaine. Allí dormitaba hasta que le volvieron a despertar. Blaine había ocupado un no lugar, lo había hecho suyo incluso transformándolo en un contralugar.
El contralugar es un término acuñado por Foucault que define aquellos lugares que han cambiado su función inicial, la heterotopíaFoucault les asignaba una función de reclusión, aislados e impenetrables. Para Blaine, La Cuna era su casa y el inicio de la reclusión de los pasajeros. Completamente viciado y cargado de dolor y crueldad, el lugar se completaba así mismo con el propio Blaine.
Blaine el mono
La Bestia también ha transformado los lugares y no lugares en contralugares. El campo en cementerio, las edificaciones en zulos, las estaciones en paredones.
Un ejemplo son los casos de centros de salud que son utilizados para interrogatorios. Estos espacios que tienen una función de salvamento, de cuidado, se convierte en un espacio de reclusión, una distopía.
Pero también existen lugares que a modo de oasis intentan paliar el horror. Se trata de los albergues que se diseminan en la ruta como el Albergue para inmigrantes de Ixtepec en Oaxaca o el “Jesús el Buen Pastor” en Tapachulas. En estos lugares, los inmigrantes pueden descansar por tres días o son recogidos cuando sus lesiones los hacen discapacitados al perder miembros por subir o bajar del tren.
También hay voluntarios en las vías que ofrecen comida y bebida a los que viajan en La Bestia. Transforman el no lugar que representan las paradas del tren en un lugar de ayuda de forma improvisada.

Criminalización de la solidaridad y frivolización del fenómeno social

La inmigración institucionalizada puede contar perfectamente con más de 150 años ente EEUU y América Central. Si bien con respecto al suministro de mano de obra las cosas han cambiado en los últimos 45 años, se sigue necesitando suministro a día de hoy aunque se venda una restricción en las leyes de los últimos 30 años. México es un país de tránsito de la inmigración proveniente de América Central mayormente, pero también es un país migrante y de acogida. Hay una notoria escalada de violencia que se ve alimentada por las políticas migratorias restrictivas, pero también por la participación del crimen y la delincuencia organizada además de enfrentar una alta discriminación y xenofobia por la población autóctona.
Si bien la solidaridad es lo que nos hizo subsistir en un mundo adverso, lleno de depredadores que nos hacía una especie abocada al fracaso, en estos tiempos que corren la solidaridad se ha visto criminalizada así como se ha criminalizado el fenómeno de la inmigración. Un inmigrante es un delincuente por el simple hecho de migrar de forma no regularizada y aquellos que se aventuran a socorrerlos son perseguidos y castigados por ello. No solo pasa en México, lo vemos en el Mediterráneo donde las ONG son acusadas de tráfico de personas o de facilitarlo. Asistir a un inmigrante en las playas de España que llegan en pateras improvisadas, nos puede acarrear serios problemas con la ley. Por otra parte, se está llegando a un alto nivel de frivolización de la desgracia. Lo vemos en el turismo a los campos de concentración nazi donde hacerse un selfie es un acto de orgullo para colgar en las redes sociales y presumir de un viaje cultural.
Visto en Souvenir.com
En el caso de la ruta de La Bestia, también ocurre. Hacer el viaje  en paralelo  con los inmigrantes para conocer las vicisitudes por las que pasan, pero a distancia, como si de un paquete turístico se tratara. En parte recuerda a esos zoos humanos de otro tiempo, donde observamos la diferencia sin que nos salpique. Nos atribuimos esa extraña preocupación por el otro cuando lo que hacemos es alimentar esa realidad-horror, la muerte como espectáculo.
Observamos algo que pasa pero como si miráramos una película, anestesiados por los mass-media, el cine y la literatura. Damos la razón a cifras no reales para justificar los actos estatales contra la inmigración y dejamos como un problema de narcotraficantes las desapariciones y tropelías variadas que sufren personas como nosotros que buscan, como todos, un futuro mejor. Nadie deja su casa por gusto para aventurarse a una situación como la que viven las personas que emigran. No son viajes de placer y las circunstancias por las que huyen no son solo problemas de los países de origen. Todos tenemos parte de culpa en todo lo que pasa.

Conclusión

La realidad supera la ficción es más que una frase hecha. Blaine existe en un plano irreal literario y sus acciones quedan allí, se terminan si cerramos el libro. La Bestia no se cierra, está presente en un plano real que va más allá de la realidad impuesta. Hemos visto algunas significaciones, que sobrepasan lo que vemos con los ojos acostumbrados a una realidad construida por un mundo que mantiene sus características como las quiere. Vemos delincuentes donde hay personas que intentan ganarse la vida, vemos autoridades que se aprovechan del mal ajeno para lucrarse, narcotraficantes que encuentran su particular lugar de reclutamiento donde hay flujo migratorio. La violencia protegida y justificada cuando nunca se pueden justificar los actos contra otro ser humano que les lleven a esas realidades. Distopías que no queremos ver porque nos es más rentable pensar en una utopía de cada uno en su lugar. No hay soluciones sencillas porque no hay causas sencillas. No hay soluciones posibles cuando hay tanto dinero en juego, cuando hay extorsión a todos los niveles que acrecientan bolsillos. Realmente debemos preguntarnos si no habrá que mirar de otra manera los flujos migratorios, devolver cada contralugar al lugar que deben ser, cada función humana a lo que realmente está destinada. Pero eso es mucho pedir, por desgracia.

Referencias

La Bestia: Muerte y violencia hacia migrantes en tránsito por México. Tesis de Ever Esther Osorio Ruiz 2014
La torre oscura III:Las tierras Baldías. King, Stephen. Ediciones Orbis 1991
La muerte como espectáculo. Marzano, Michaela  Tusquets Editores España 2010
Vacas, cerdos, guerras y brujas. Harris, Marvin. Alianza Editorial Madrid 1980
Los ritos de paso. Van Genep, Arnold. Alianza Editorial Madrid 2008.