sábado, 4 de enero de 2020

Los juegos como parte de la socialización



Decía Johann Huizinga “El juego es más viejo que la cultura porque ésta presupone una sociedad humana”. Al igual que los humanos, los animales también juegan y no les hemos enseñado. Además lo hacen con reglas muy parecidas a las nuestras; una invitación a jugar, no hacer daño al atacar, divertirse.  El más sencillo de los juegos entre los animales, ya nos dice que va más allá de la ejercitación física. Por qué y para qué se juega tiene múltiples explicaciones, sin que éstas sean excluyentes entre sí. Cuando nos adentramos en algunas  de ellas, nos hacen reflexionar por ejemplo,  sobre el complejo mundo de la simbología en el ser humano. Si, el juego es mucho más que ejercicio y diversión.



Kith Kith

Nuestra especie siempre ha jugado. Se han encontrado tableros, elementos de puntuación, bolas de piedra, palos y otros elementos de juegos prehistóricos entre los que podemos destacar el datado en más de 7.000 años de antigüedad en Tennessee Occidental y que correspondería a un juego similar al juego del anillo y varilla. Se trata de un  hueso occipital de venado, tallado y pulimentado  que es atravesado por un asta de la misma especie  animal.


Uno de los padres de la antropología, Franz Boas, describió en 1888 un juego de lucha de cuerda entre los inuits canadienses. Dos equipos, los “Axigirn” (perdices) nacidos durante el invierno y los “Aggrin” (ánades) nacidos durante el verano, tiran de ambos lados de una cuerda de piel de foca trenzada. Si ganan los nacidos en verano es premonitorio de buen tiempo para el invierno. Se apacigua a Sedna y otros espíritus maléficos. Este caso nos demuestra que el juego tiene un carácter mágico-religioso, además de ejercitar a un pueblo para la práctica de la caza y la supervivencia en un clima extremo.


Entre los indios fueguinos, los juegos daban oportunidad de enlaces matrimoniales además de ejercitar el cuerpo para actividades cinegéticas y entre los navajo, la enfermedad era un asunto espiritual, de manera que los juegos muy presentes en los rituales de sanación, cumplían estrictas reglas para lograr la armonía de la persona con el universo.


Hay algo que comparten las ceremonias sagradas y los juegos. Tienen espacios concretos de celebración y tiempos de desarrollo, es decir, empiezan y terminan con reglas expresas. Sobre todo con respecto al espacio de juego, podemos decir que tanto si es un campo, un tablero, una mesa, una pantalla o cualquier otro soporte físico, supone un inciso, como un paréntesis que aísla ese espacio y momento de la vida, que transcurre alrededor de los participantes, en muchos casos son heterotopías.
El espacio para el ser humano es algo muy interesante.


No solo se trata de organizar el espacio físicamente para hacerlo accesible, utilizable, viable, sino que al hacerlo, organizamos nuestra vida. El lado izquierdo y el derecho tienen connotaciones muy diferentes por ejemplo: profano y divino, correcto e incorrecto etc. Con los juegos sucede igual y lo vemos más claramente con aquellos con terreno de juego o  de tablero. En relación a esto último, hay un concepto muy importante para el ser humano que es el “camino de la vida” y crea una serie de metáforas para materializarlo y practicarlo dando sentido a la vida.



El Juego de la Oca y el de La Rayuela nos enseñan bastante claramente esto del espacio y el orden de la vida. Al Juego de la Oca se le atribuye una gran antigüedad, algunos autores datan un antecedente en el siglo XIV a.de C. con el Disco de Festos. Vemos en este tablero que la vida es un movimiento a través del espacio. Reconocemos en él puentes, posada, pozo, laberinto, cárcel y otros conceptos más intrincados como el significado del números de casillas del ciclo (5) número de casillas (63), de ocas etc. Su disposición en espiral enrollada, ha permitido establecer incluso equivalencia con grabados prehistóricos. Una de las frases que han cambiado a lo largo del tiempo y que forman parte del juego es el “De oca a oca y tiro porque me toca” y que sustituye a otra más antigua “El que da en una oca, vuela hasta no dar en otra”. Se pronuncian al caer en una casilla concreta, la de la oca, y nos demuestra cómo en la vida también hay espacios, temporales o físicos, que hay que pasar sin detenernos demasiado, son  espacios fugaces.






La Rayuela

Rayuela es el nombre más conocido que damos a un juego tradicional muy extendido por multitud de países. Se trata de un trazado en el suelo que hay que ir recorriendo acompañándonos de una piedra-o pieza de otro material- que vamos tirando y recogiendo de los diferentes cuadrados. Los cuadrados van del 1 al 9 o 10 -dependiendo de la zona donde se juega- o palabras concretas y la forma de este recorrido varía entre una especie de rectángulo compartimentado con la zona superior redondeada, o una acumulación de cuadrados o pequeños rectángulos organizados en dos y uno siguiendo un modelo concreto. Estos compartimentos se recorren a la pata coja y se trata de no pisar ninguna línea ni caerse. También La Rayuela representa la metáfora del camino de la vida. Tiene antecedentes en grabados romanos del Foro de Roma e incluso anteriores, en Grecia. No es un juego de suerte sino de habilidad y no es tampoco un juego competitivo, salvo que se comparen los resultados de los participantes, pues uno solo puede jugar superándose en cada partida.


Vemos más claramente este camino por las denominaciones que en algunos lugares tienen las casillas. En lugar de números se llaman “cielo”,” infierno”, “purgatorio”, o en el hecho de tener que arrastrar la piedra al igual que se arrastra la vida a lo largo de la existencia. ¿Cómo podemos decir que este juego socializa a la comunidad? Por el hecho de que al equivocarnos en él estamos obligados a empezar de nuevo y con ello, a aprender a enfrentar las vicisitudes de la vida desde abajo, empezando las veces que sea necesario para seguir delante de la manera correcta.


 “Dama” en Bulgaria, “Class” en Israel, “Sotron” en Rumanía, “Tiàofángzi” en China, “Hopscotch” en Estados Unidos, “Mplé” en Costa de Marfil, “Sharita” en Marruecos, “Tangtomoki” en Corea, “Kith Kith en la India y así podríamos nombrar un sinfín de nombres más que se le ha dado a este juego a lo largo y ancho del mundo.


Los juegos y sobre todo sus reglas también representan las costumbres de una cultura. Por ejemplo, los niños San del Kalahari, no entienden el concepto de ganar o perder. Su sociedad aún sigue los preceptos de las sociedades de cazadores recolectores del pasado y en un entorno terriblemente extremo, donde la supervivencia se basa en la cooperación y la solidaridad entre sus miembros, no existe el concepto de “unos sobre otros”. Si jugaran a fútbol, no tendrían portería porque nadie gana o mejor dicho, todos lo hacen al compartir su tiempo y su diversión al tiempo que practican sus costumbres solidarias y cooperativas.


Para fijar la práctica de cualquier juego, es necesario que se transmita entre generaciones a través de la socialización, enculturación o porque se haya impuesto por otra cultura en un ejercicio de aculturación. Como en el caso de La Rayuela, bien la transmisión ha podido ser originaria del grupo humano concreto, bien se ha podido adquirir por los múltiples contactos entre culturas. En cualquier caso, ha llegado a nuestros días ya quizá no con el significado que tuvo antaño sea cual sea, pero si al menos con ese carácter lúdico. Desgraciadamente, el mundo actual ha relegado las actividades al aire libre a momentos muy concretos. Ya no se juega espontáneamente en la calle a estas cosas, cuando se hace suele ser en el marco de actividades extraescolares o culturales que promocionan la vida sana, la transmisión folclórica o cualquier otro motivo en esta línea.


Ya no necesitamos practicar nuestras habilidades cinegéticas ni enseñar preceptos mágico-religiosos. Ya no usamos los juegos como parte de rituales transcendentales de sanación o como propiciatorios momentos para fomentar las uniones matrimoniales o las alianzas ante un conflicto, ni garantizamos una buena cosecha o aplacamos la furia de los dioses con la prácticas de diversos juegos. Aunque los juegos hayan podido perder su significado inicial, mientras se sigan practicando adquirirán otros nuevos y seguirán ayudando a transmitir una cultura de generación en generación.

Sonia Hidalgo

 BIBLIOGRAFÍA

Bantula i Janot, J. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 2006, julio-diciembre, vol. LXI, n.o 2, págs. 19-42, ISSN: 0034-7981.

Enriz, Noelia (2011). Antropología y juego: apuntes para la reflexión. Cuadernos de Antropología Social,  (34),93-114.[fecha de Consulta 4 de Enero de 2020]. ISSN: 0327-3776. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1809/180922374005

Velasco, H.M. Lecturas de Antropología Social y Cultural, La cultura y las Culturas. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid, 2010

Caillois,R. Los juegos y los hombres, La máscara y el vértigo,Editorial Fondeo de Cultura Económica 1986.

Huizinga J. Homo ludens. Alianza editorial 1998

Imagen de las Rayuelas :Lecturas de Antropología Social y Cultural, La cultura y las Culturas








1 comentario:

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