“El juego es más viejo que la cultura porque ésta
presupone una sociedad humana” decía
Johann Huizinga. Ciertamente el juego es algo muy antiguo y no exclusivo
del ser humano. Los animales juegan y podemos observar que tienen reglas; no
hacerse daño, invitar al juego, divertirse…No solo se trata de la ocupación del
tiempo con una actividad agradable, detrás del juego hay mucho más.
“Nuestra especie siempre ha jugado. Se han encontrado
tableros, elementos de puntuación, bolas de piedra, palos y otros elementos de
juegos prehistóricos entre los que podemos destacar el datado en más de 7.000
años de antigüedad en Tennessee Occidental y que correspondería a un juego
similar al juego del anillo y varilla. Se trata de un hueso
occipital de venado, tallado y pulimentado que es atravesado por un asta
de la misma especie animal.
Uno de los padres de la antropología, Franz Boas,
describió en 1888 un juego de lucha de cuerda entre los inuits canadienses. Dos
equipos, los “Axigirn” (perdices) nacidos durante el invierno y los “Aggrin”
(ánades) nacidos durante el verano, tiran de ambos lados de una cuerda de piel
de foca trenzada. Si ganan los nacidos en verano es premonitorio de buen tiempo
para el invierno. Se apacigua a Sedna y otros espíritus maléficos. Este caso
nos demuestra que el juego tiene un carácter mágico-religioso, además de
ejercitar a un pueblo para la práctica de la caza y la supervivencia en un
clima extremo.”
A través del juego,
hemos aprendido las reglas sociales, se nos ha preparado para las diversas
eventualidades que se nos podrían aparecer a lo largo de la vida, hemos creado
vínculos, hemos dirimido discusiones o establecido alianzas, hemos generado
uniones matrimoniales y hemos demostrado nuestra capacidad comercial. El juego
ha sido una herramienta socializadora a lo largo de la historia de la
humanidad.
Otra de las cosas que
ha hecho el juego humano es delimitar espacios. Los juegos se realizan en un
espacio físico, mientras el juego se desarrolla, ese espacio está delimitado y
adquiere otro significado. Así mientras un tablero en una mesa hace que la mesa
sea un territorio por ejemplo, una rayuela en el suelo denota un sistema de
transición de la vida en un suelo que sin la rayuela, solo es un lugar de
tránsito. El significado de los lugares donde se realiza el juego varía según
la finalidad del propio juego. Cuando jugamos al escondite, nuestro escondite
detrás de una roca, que es solo eso un espacio detrás de una roca, se convierte
en un refugio inexpugnable que debemos proteger. O cuando el juego es de
atrapar a los jugadores, uno de los lugares se convierte en sitio de reclusión
y aunque no hay barreras físicas, no podremos salir de ahí hasta que alguien
nos salve en base a las reglas del juego. Mientras estamos jugando, todo lo que
ocurre, tanto física, psíquica o emocionalmente aparece como un una especie de
in-pass, un tiempo entre paréntesis que solo desaparece una vez terminado el
juego.
EL día 6 de enero en
España, es el día de reyes y tradicionalmente los niños sacaban sus juguetes a
la calle para utilizarlos, para mostrarlos y presumir de ellos, para
intercambiar momentos con otros niños y ocupar el espacio exterior en una
especie de ritual lúdico cada año. Este año, la noticia era la falta de niños en
la calle. Aparecían imágenes donde las calles y los parques estaban vacíos y
ocasionalmente aparecía algún niño con una bicicleta, algún coche teledirigido
o algún carrito de paseo. Es evidente que los niños habían recibido sus
regalos, la diferencia está en el tipo de juguete que habían recibido.
Si el juego a través
de la historia ha tenido esa función socializadora, ha servido para ejercitar
la para la caza, para aprender las reglas sociales y todo lo demás y sobre todo, para establecer
contacto con otros seres humanos, en la actualidad, los juegos están
proyectados a permanecer en el interior de las casas, a jugar en línea sin
contacto físico con otras personas. Establecen mundos virtuales donde nuestra
imagen se diluye y aparece un alter ego creado ad hoc. A medida que la edad para
jugar a un juego o juguete aumenta, esas creaciones virtuales son más complejas
hasta que se llega a un punto que se transforma en una patología. Muchos son
los casos de adolescentes que han creado una imagen propia virtual muy alejada
de la realidad y que hace que cada vez rechacen más la propia imagen. Esto hace
que no sean capaces de aceptarse tal y como son y necesiten comunicarse a
través de esas personalidades creadas. Estas personalidades se adecuan al
prototipo social ampliamente aceptado tanto física, económica, actitudinalmente
en definitiva.
Como todos los
cambios importantes, no se ha producido de forma brusca, sino con una
gradualidad muy marcada. Poco a poco hemos cambiado nuestra habitual forma de
jugar por otra que delimita el espacio de juego dentro de los propios hogares.
Escudamos nuestro comportamiento con ideas como la falta de tiempo para estar
en la calle con los niños jugando, la peligrosidad de que los niños jueguen
fuera de la confiabilidad de la casa, la mejor manera para adaptar a los niños
al uso de las tecnologías o cualquier otra cosa para no ver cómo hemos cambiado
con algo tan simple ( y complejo) como es jugar.
Tanto es el beneficio
que parece que le encontramos a esta manera de utilizar los juegos y juguetes,
que eludimos ver lo peligroso que es utilizar Internet según a qué edades. Lo expuesto que están por
mucho que creamos que están en entornos seguros. Una cámara que se activa “accidentalmente”
aplicaciones de teléfono que graban las conversaciones, falta de mecanismos de
control al acceso a la red, series poco adecuadas para niños o adolescentes por
mucho que salgan niños y adolescentes en ellas. La comodidad es estar todos en
casa es algo bastante tentador como para realmente profundizar en estos
peligros.
¿Cuándo dejamos de
jugar? En el caso de juegos físicos, es fácil. Si no es un juego que tenga
determinado un tiempo, solemos dejarlo cuando estamos cansados. Dejamos de
jugar al escondite, al pilla-pilla, al balón, a correr en bicicleta o patín,
cuando ya no podemos más. O tenemos una hora para volver a casa y entonces, el
juego se termina. Con los juegos y juguetes digitales ese tiempo es más difícil
de establecer, no tenemos cansancio físico, no tenemos que dejarlo porque
volvemos a casa. Podemos interrumpirlo para comer, ducharnos, cenar pero
podemos continuar jugando si nadie lo remedia. Los juegos actuales generan
mucha más adicción y una adicción significa un control.
Tradicionalmente, los
contestatarios sociales han luchado contra la forma de ejercer el poder por
parte del estado a través de la expresión de su disconformidad en las calles. Foucault
analiza el funcionamiento del Panóptico,
Jeremy Bentham. El castigo físico para controlar el comportamiento físico ha
sido sustituido por una mejor manera de control que es la disciplina. El
sistema Panóptico se basa en lo que creemos que está pasando más que en lo que
pasa, puesto que no tenemos certeza de que nos están vigilando desde la torre
central. Imponer una disciplina no deriva necesariamente del uso de la fuerza.
La tecnología del poder es una parte integrante de la sociedad, no se impone
sino que a través de lo que Foucault llama “pastoral” que orienta el
comportamiento de los individuos. Este tipo de poder de control de las
actitudes, comportamientos o creencias de las personas se ejerce a través de lo
que Foucault llama “discurso” y que no es más que un sistema de ideas concreto.
Podemos pensar en el
cambio que la infancia (occidental mayoritariamente) ha tenido con respecto a
la utilización de juegos y juguetes. Curiosamente
ha ido evolucionando en un uso masivo de la tecnología mass.media, en los
soportes digitales, en los juegos individuales o uno contra la máquina, en las
relaciones asépticas a través de alter egos en muchas ocasiones distantes de la
realidad que han evolucionado a más. A medida que vamos creciendo, nuestras relaciones
sentimentales también se están redirigiendo al uso de los canales de citas donde
jugamos a dar un perfil no siempre real de nosotros mismos. Siempre buscando acercarnos
al modelo ideal. En definitiva, la sociedad individualista que es la sociedad
occidental, se crea y crea a su vez individuos individuales desde la infancia.
Esto que puede
parecer algo tan siniestro, es lo que nos ha pasado y que no nos hemos apenas dado
cuenta por una sencilla razón. Un cambio no es tan traumático por lo que supone
que por lo rápido que se produzca.
El monumento al holocausto
que se encuentra en Berlín, al turista despistado le puede parecer algo
extraño, falto de sentido en principio, incluso feo. Cuando alguien te explica
qué significa entiendes por qué hay bloques a ras del suelo y bloques de 4
metros de altura. Las primeras actuaciones contra el pueblo judío y en realidad
contra todos los que murieron en los campos de exterminio (las que representan
las losas a ras del suelo)eran cosas que no tenían mucho alcancen, es más,
algunas eran recomendaciones o simples normas en un papel que pocos seguían. Poco
a poco esas órdenes, leyes, castigos, fueron aumentando poco a poco hasta que
finalmente se llegó a las cámaras de gas. ¿Cómo es posible que el pueblo alemán
no viera lo que pasaba? Porque nunca usaron primero los bloques de cuatro
metros.
Actualmente, el
confinamiento por la COVID 19 ha sido muy traumático porque ha sido rápido. En
apenas dos meses, hemos pasado de movernos libremente por el mundo a permanecer
encerrados en casa. Sin transición, sin anestesia, un día volvíamos de Dublín y
al día siguiente no podíamos salir de casa sin saber hasta cuándo. Uno de los
colectivos más castigados son los ancianos, directamente por la enfermedad , otro
colectivo castigado la infancia, más por la medida de aislamiento.
Si lo pensamos bien,
los niños ya apenas salían de casa para jugar. Sí jugaban en el exterior pero
más en el entorno de la escuela. Según a qué edades, muchos se han saltado lo
de salir a dar un paseo por estar jugando en casa a juegos de ordenador o similar, muchos han salido y se han sentado en
el banco del parque para chatear con el móvil incluso con el amigo que tenía
sentado al lado. En edades más tempranas sí que han disfrutado estar en un
parque, pero no toda la infancia y desgraciadamente, cada vez a edades más
tempranas.
Hoy entra en vigor la
Orden SND/370/2020, de 25 de abril, sobre las condiciones en las que deben
desarrollarse los desplazamientos por parte de la población infantil durante la
situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Muchos niños saldrán
de sus casas como si hubieran estado en prisión por 7 años. Muchos de esos
niños igual antes eran de los que permanecían sentados en el banco del parque
con el móvil sin jugar a nada. Otros decidirán no salir directamente.
Hoy vemos en directo
un suceso muy interesante a nivel antropológico, la conciencia de falta de
libertad. Hoy muchos niños apreciarán lo importante que es salir de casa, ver
el mundo y a otra gente y ansiarán poder abrazar a otros niños, hablar con
ellos y jugar con ellos. A estas edades no apreciarán lo que realmente esto
significa pero sentirán como nadie la sensación de exceso de control de algo
tan necesario. Un virus nos ha dado una lección de realidad, hemos tenido que
recluirnos para salvarnos y al margen de porqué o cómo ha pasado esto, podemos
intentar pensar en si nos ha servido para darnos cuenta de lo que nos hemos
estado haciendo a lo largo de mucho tiempo y que hemos tenido la oportunidad de
verlo como solo nos damos cuenta, si es de forma drástica y rápida.
Si tenemos a un niño
cerca hoy, no estaría de más ayudarle a ver lo importante que es jugar, aunque
no entiendan lo que realmente significa el juego para el ser humano y lo que
significa el cambio de modelo de juego y juguete actual. No entenderán que a
través de algo tan “inofensivo” como el juego, podemos modificar nuestro
comportamiento social sin que nadie nos obligue a ello porque no sabrá de Panóptico, discursos o pastorales, pero
como el juego es anterior a la cultura y hasta los animales lo practican
seguramente disfruten de él y no querrán que vuelvan a arrebatarles la libertad
de estar en la calle jugando.
Sonia Hidalgo Moreno
HUIZINGA J.(1998). Homo ludens. Madrid, Alianza Editorial
FOUCAULT M. (2002) Vigilar y castigar nacimiento de la prisión.
Buenos Aires, Siglo XXI Editores.