La infancia y la adolescencia son
periodos de la vida donde la socialización primaria y las primeras etapas de la
secundaria, conforman los aspectos mentales y comportamentales del individuo que le marcarán para toda la vida. Lahire argumenta que ésto ocurre en un
tiempo de socializaciones múltiples donde la familia, los amigos y la escuela,
se complementan e incluso entran en conflicto como marcos de socialización. En
estos contextos, en su seno, es donde se produce la socialización de niños y
adolescentes.
Por su parte, los adolescentes
muestran una imagen para definirse, en contraste con otros grupos de edad
“niños- mayores”, “en la onda- desfasado” etc. Pero esta imagen es solo la
punta del iceberg y deja ocultos muchos aspectos que conforman la personalidad
de los jóvenes. Esta imagen, hace que veamos a los chicos encapsulados en la
llamada cultura juvenil, un universo complejo, cargado de imágenes de consumo
cultural, mass-media, música rock y un sin fin de etiquetas que en muchas ocasiones no se ajustan a la realidad. Pero no es cierto que estos gustos
provengan de los deseos y pasiones de los jóvenes exclusivamente. Son producto
de una triple constricción de los campos familia, escuela y amigos. Muchas de
las cosas que hacen los jóvenes son impuestas por escuela (visitas a museos,
actividades deportivas…) por la familia (vacaciones, acompañamientos a los
padres…) y amigos (consumos burlescos). Unos se aceptan mejor y pasan como
gustos propios, otros peor y pasan como imposiciones.
Es cierto que la familia no tiene
el peso que haya podido tener en el pasado, pero sigue siendo relevante. Existe
la creencia de que entre la socialización primaria realizada en la familia y la
secundaria, se produce un paso lineal, donde desde la familia homogénea
conformadora de los aspectos mentales y comportamentales se pasa a una
socialización fuera de ella donde el individuo se resiste a las modificaciones.
Esto no es cierto, pues ni la familia es homogénea, ni la transición está bien delimitada
(a causa de socialización precoz por medio de guarderías o nodrizas ) ni los
comportamientos se mantienen (la socialización secundaria, aunque heredera de
preceptos de la primaria, tiene capacidad para la inflexión)
Puede ser que el objetivo a
observar debamos centrarlo en otro lugar. El individuo se socializa durante
toda la vida, No solo los niños reciben los impactos de otros campos
socializadores,
también la reciben los
padres. Si antes parecían más claros los límites entre los contextos, ahora se
difuminan algo más.
Quizá el problema está en mirar la familia como una
institución total de socialización (que no es), un bloque homogéneo, cuando
debemos verla como un contexto heterogéneo, dinámico, abierto a los cambios
sociales (no hay más que ver los cambios que el término familia ha tenido sobre
todo en occidente en los últimos años) cuyas constricciones tengan ahora una
naturaleza diferente a ello.
Estos escenarios sobrepasan nuestras categorizaciones, las hacen
inconsistentes y nos obligan a provocar extrañamiento continuamente para poder
analizarlos en profundidad. No es posible analizar el futuro ni tan siquiera el
presente con esquemas del pasado.
Bibliografía
Lahire Bernard: Infancia y
adolescencia: de los tiempos de socialización sometidos a constricciones
múltiples.